domingo, 30 de marzo de 2008

Yo no hice el viaje, el viaje me hizo a mi (III)


19 de marzo


En estos momentos casi no se en el día en el que vivo, la desorientación quedará clara con los últimos acontecimientos.Llegamos a Bolonia con la fe de que nos acogerían unos amigos Ana a los que nunca encontramos. Era bastante tarde para el horario que lleban los italianos por lo que decidimos meternos en el único bar que estaba abierto, y que abria hasta las 3 de la mañana. Tras un par de rondas de cerveza comenzamos a entrar en calor y a olvidarnos de que no teníamos donde dormir. La estampa del bar era de lo más pintoresca. Un grupo de hombres de lo más diverso nos miraba desde una esquina, y en la otra tres ancianillos, quietos, sin hablar, solo había uno que se movía para salir a fumar, eran casi fantasmales. Todo esto ambuelto por un ambiente de jazz que te hacia quedarte en una burbuja. Decidimos seguir allí tras comprar una botella de vino tinto siciliano. La camarera que nos vio llegar desde el principio casi agarrotadas y con las enormes mochilas, adoptó el rol de madre y se propuso que saliésemos contentas de allí. Nos regaló pizza, croissants rellenos de queso, de jamón, panchitos, creps...Salimos de allí sin rumbo alguno, pero con la tripa llena y el sabor del vino reciente en los labios.Acabamos en la estación, extendiendo los sacos en el suelo, haciéndonos una mini acampada. Allí conocimos a un artista milanés que iba rumbo a Roma, y tras el debido apretón de manos italiano, caimos en un sueño más seguro de lo que habría cabido imaginar. A las dos de la mañana nos despertó el artista diciendo que salía nuestro tren, que finalmente no era el nuestro, sino el suyo(vamos que se aburría y nos despertó)Por fin llegó nuestro maldito tresn, a las 5 y pico de la mañana y tras recorrerlo entero buscando sitios libres encontramos una salita donde poder dormir. No se si alguno se durmió, pero a mi se me hizo imposible. A mi lado viajaba un viejuno borracho y superborde, y por la ventana comenzaba a amanecer entre bosques y pequeños pueblecillos que íbamos dejando atras.LLegamos a Florencia, con el artista que decidió acompañarnos, a las siete de la mañana y nos tomamos un último café con nuestro amigo nómada.Tras una pequeñísima vuelta, decidimos quedarnos una noche en un hostal donde nos cobraron 3o eurazos, pero desde sus grandes ventanales veíamos toda la ciudad.Eran las nueve y algo cuando nos dormimos y son las cuatro de la tarde ahora. Los acontecimientos de Bolonia quedan lejanos, ahora Florencia queda a nuestros pies, el dinero escasea, el hambre aprieta... nos vamos a comer.

1 comentario:

Txiki dijo...

Hola,
un viaje espectacular por lo que cuentas! Y me da pena que no conozco italia con lo cerquita que está...

Bonitas letras y fotos!