miércoles, 26 de septiembre de 2007

Caso Madeline


Prensa, televisión, radio, internet... Parece que encontrar a Madeline es más difícil que hayar una aguja en un pajar. No se sabe si la niña está viva o está muerta, si los asesinos son los padres o no, si está en Marruecos o en las Antípodas, pero todos nos alarmamos y vemos Madelines donde no las hay.

Es impresionante el gran despliegue que se le está dando al tema, y es normal ya que, ¿qué es más triste que la desaparición de una niña rubia y de tez blanca?

El gobierno chino prohibe que las familias tengan más de un niño, y si se da el caso sus padres no dudan en matarlos, sobre todo a las niñas que son abandonadas nada más nacer en cualquier carretera.

En Palestina, por decir un sitio, los niños son entrenados desde pequeños para hacer la guerra y podemos ver a niños de 10 años que no saben leer, pero que si saben empuñar un cuchillo o disparar una metralleta que casi ocupa más que ellos.

En África mueren docenas de niños al día, ya sea por el hambre, porque no tienen agua potable, por el sida o por insolaciones

En India existen los intocables, niños condenados a vivir en las calles mendigando y que son repudiados por todos

Y la única diferencia esque Madeline es occidental y proviene de una familia occidental

¿solo por eso merece más que los demás?

lunes, 24 de septiembre de 2007

y si....



¿y qué hago si de mi no depende? ¿ o si no se actuar? ¿ si lo estropeo todo el rato y no me quedan fuerzas para arreglarlo? ¿ y si no cabe la esperanza? ¿ y si esto es un juego? ¿ y si miro en rededor y veo sombras? ¿ y si no hay calor? ¿ merece la pena? ¿ y si me duele? ¿ y si lloro a solas? ¿y si tengo sed? ¿ y si ya no me queda nada? ¿ y si me muero mañana?

domingo, 23 de septiembre de 2007

viernes, 14 de septiembre de 2007

Reservoir dogs

``Ten todo el miedo que quieras, ya has sido bastante valiente´´

``¿Vas a ladrar todo el día perrito? ¿ o vas a morder?´´

1992.Reservoir dogs de Quentin Tarantino

martes, 4 de septiembre de 2007

domingo, 2 de septiembre de 2007

Anhelo de sangre



La ciudad entera refulgía en mil llamaradas, el odio de los pueblos destría los edificios que el sudor había levantado antaño, las fronteras acribillaban a balazos los rostros de la miseria.

Mirara donde mirara todo era sangre y destrución, las ruinas se elevaban en todas direcciones, los escombros cubrían lo que hasta hace unas horas habían sido calzadas de las más antiguas civilizaciones.

El ataque había comenzado entrada ya la madrugada, cuando todos los habitantes dormían tranquilos. Yo, solo corría y corría hacia mi casa, hacia la casa que, subiendo la calle, se presentó ante mí envuelta en un fétido olor a muerte. El techo se había derruido y las paredes se las comía el fuego, poco a poco. En la puerta descansaba, con una mueca de horror en la cara, el cadaver de mi pequeño hermano. Lo acogí en mi pecho mientras su sangre se mezclaba con mis lágrimas, si permanecía allí por más tiempo mi casa sería mi tumba.

Nosotros, el pueblo del cielo, habíamos sido arrasados, exterminados... Nuestros ojos azules habían hecho de nuestro destino un final amargo en nuestra perseguida existencia.

Día a día éramos golpeados por el pueblo de las arenas, que tomaban como humillación nuestra resistencia a abandonar nuestras costas.

Mientras huía veía los rostros de horros que se dibujaban en los cuerpos inhertes que poblaban las calles.No había compasión en esta matanza, o eso inspiraban los cuerpos mutilados de los niños.

No descanse ni un momento hasta que no llegué a la cumbre de la montaña. Era irónica la belleza de la destrucción causada por el quemazón rencoroso de los seres humanos.

No me habia percatado de que no sentía las piernas, me arrastré como un ánima por entre la espesura, dejando que las lunas de primavera alumbraran mi difuso camino.

Poco a poco el rumor del agua fue inundando mis oídos y entre los densos matorrales encontre un pequeño lago alimentado por un joven manantial, que corría aprisa desde lo alto de las montañas. Rápidamente me deshice de mi vestido y me sumergí en el agua.Observé mi cuerpo desnudo, hasta ahora no era consciente de que estaba poblado de heridas y magulladuras.

-Estás mancillando un lago sagrado.

Una voz masculina me sacó de mis pensamientos adentrándome en un estado de alerta felina. No veía a nadie y sin ropa mi sensación de debilidad acrecentaba por momentos. De entre las sombras surgió un muchacho del pueblo de las arenas, sus ojos marrones le delataban, aunque en ellos solo se podían leer palabras de compasión.

-Tranquila, no quiero hacerte daño, no soy de esos...

-¿De esos de los que han arrasado al resto de mi pueblo?-Añadí con rencor-

-No pretendía molestarte, pero por estas zonas son frecuentes los puestos de centinelas, y si no andas con cuidado serás un blanco fácil.

Me tendió su mano con un gesto afable y me sacó del agua tapándome con mi vestido.

-Lo cierto es, que no se que va a ser de mí.-Me acababa de acordar de que no tenía nada, estaba sola en el mundo y me había quedado sin futuro.

-Ven conmigo, vivo en el bosque, allí nadie te encontrará.

Él seguía allí, ajeno a mi situación, a todos los horrores que gracias a su pueblo había presenciado, pero... no me quedaban más opciones.

Creo que paseamos durante muchas horas, habíamos dejado atrás hacía demasiado el amanecer y nuestros pasos se sucedían sin rumbo fijo hacia sentimientos para mí desconocidos. Al fin y al cabo nuestras diferencias eran inexistentes.Sin saber porqué nuestras manos se buscaron lentamente entre la incertidumbre de nuestros pensamientos.

Él tenía razón, había demasiados centinelas vigilando. El silvido de las balas de plata corto el aire rompiendo nuestro futuro incierto. Ahora llacemos juntos en el suelo, aún dados de la mano. Tu sangre y la mía se entremezclan en la humdad del suelo. Tu alma y la mía se entremezclan en la eternidad, donde a las estrellas les es indiferente nuestro color de ojos.